2/7/08

Los ojos de Fernando

Fernando Cola, hijo de toldenses y oriundo de La Plata, vivió una situación crítica en Bolivia en la que corrió riesgo su vida, y que expone a primera vista las tensiones del impulso reformista del presidente Evo Morales; y en vistas más amplias, la historia de una América Latina en la que persiste lo peor de la raza humana. Una historia para contar, escuchar y analizar.

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No siempre tenemos presente la realidad que nos toca en este rinconcito del mundo llamado Los Toldos. La mayoría de las veces nos sentimos ajenos a las injusticias cometidas contra grupos indígenas, o campesinos, por grupos avaros y dominantes. Incluso, nos sentimos más ajenos (como sociedad) de Bolivia y Paraguay que lo que nos sentimos de España o Francia, como si nosotros fuésemos más europeos que americanos. Pues bien, existe esa realidad que no vemos, y jugar a verla desde los ojos de Fernando, es una metáfora para la licencia que se ha tomado esta sección desde lo vivido por este hijo de Los Toldos.

¿Cómo exponerlo? Fernando vivió una situación que exhibe a América Latina de cuerpo entero. Una historia que parece eterna, cíclica, y que si bien persiste en los imaginarios sociales y culturales, en los enfrentamientos y en la xenofobia imperante, no siempre está a la vista. No siempre se cuenta, no se siempre se recuerda. América Latina, desde su encontronazo con las naves españolas, siempre fue igual: Una historia de avasallantes y avasallados, de poderosos y excluidos, de blancos contra indígenas. Basta una lectura rápida a “Las venas abiertas de América latina”, del querido Eduardo Galeano, para comprobar la persistencia histórica de los mismos grupos de siempre. Primero fue el imperio español, luego el inglés, luego el norteamericano, para que hoy sea el imperio sin banderas de las grandes corporaciones económicas transnacionales que aspiran a una mundo neoliberal globalizado, sin fronteras y sin intervenciones de Estados molestos, con el objetivo primordial de la ganancia económica.

A Argentina por ejemplo le costó la pérdida de sus empresas estatales, le costó la estabilidad política y un inmenso número de desocupados y pobres inundando su suelo en una realidad que expone una nefasta brecha creciente entre ricos y pobres. A Bolivia le costó algo similar. Presidentes derrotados por pueblos cansados de gobernantes corruptos, inoperantes, y entreguistas a los intereses de las grandes corporaciones que hoy dominan nuestros servicios y a las bancas internacionales de préstamo privados y de los otros, como el Banco Mundial, el BID o el FMI. En ese contexto surge la vivencia de Fernando, pero en el centro de un huracán que impulsa cambios y reivindicaciones históricas, una Bolivia que levanta su frente luego de atravesar el desierto centenario de la injusticia, la desigualdad y la pobreza.

Fernando Cola es hijo de Susana De Pablo y Jorge Cola, ambos toldenses que viajaron a La Plata y allí decidieron vivir, allí también nació Fernando. En la capital provincial Fernando estudió Cine y se interiorizó en el mundo audiovisual. Egresó con una tesis que trató la problemática de los combatientes de la guerra de Malvinas en formato documental y con él recorrió el país. Lo presentó en nuestra ciudad en el año 2004. Estuvo en Bolivia desde hace más de un año cubriendo la Reforma Constitucional impulsada por el presidente aymara Evo Morales. Su trabajo de cobertura, que incluye la captura de imágenes y entrevistas, es un proyecto financiado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Grupo Internacional de Trabajo en Asuntos Indígenas (IWGIA) con sede en Copenhague, Dinamarca.

El pasado mes Fernando, junto a la periodista Tanimbú Extremadoiro, estaban cubriendo uno de los proyectos ligados a la reforma agraria que impulsa el gobierno en tierras bolivianas. El “Saneamiento de tierras” que impulsa el gobierno boliviano de Evo Morales consiste en el control de títulos de propiedad, carácter económico social de las haciendas, y condiciones de trabajo de las comunidades indígenas de la zona, que según reiteradas denuncias, es en muchos casos de semi y plena esclavitud. La falsedad de títulos, el carácter improductivo de las tierras, o el sometimiento de peones a condiciones de trabajo de servidumbre, hacen pasible de expropiación a una hacienda y su redistribución entre las comunidades guaraníes de la zona, propietarios históricos de esas tierras. Pero los dueños de estancias rechazan toda posibilidad de aceptar el saneamiento de tierras. Y exponen además, su xenofobia y racismo con los pueblos aborígenes de la región en la clara dicotomía que divide a Bolivia. Grupo de hacendados y campesinos opuestos a Evo, pro autonomistas, y vecinos de la región estaban cortando la ruta en protesta a las medidas gubernamentales.

A las 18 horas del domingo 13 de abril de 2008 Fernando y su compañera se encontraban acompañando a funcionarios del INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) y el Grupo de guaraníes, mientras cubría la situación sobre la conflictiva cuestión. La Comisión del Pueblo Guaraní y funcionarios del INRA viajaban con conocimiento de que existía un corte de ruta por parte de un sector de la región, en protesta a la intervención del Gobierno. La localidad se denomina Cuevo, y esta ubicado en el Alto parapetí (Este Boliviano) en la región de Santa Cruz. La región que posee los recursos minerales de Bolivia, que impulsa la autonomía del gobierno central de La Paz e intenta desestabilizar al presidente aymara y en donde no se sienten “aborígenes” sino “mestizos”, en pleno rechazo a Morales y su plan de reivindicación del ancestral pueblo oprimido.

La delegación en la que viajaba Fernando Cola (más de 100 personas), llegó al lugar conociendo que existía un importante corte. Llegaron al corte, los dejaron pasar y escucharon tres disparos, habían caído en una emboscada. Varios vehículos de la comisión, camionetas, dos camiones y un micro en donde viajaban fueron destrozados totalmente. Cuando intentaron retroceder hacia Camiri, los guaraníes fueron interceptados por un camión de la Unión Juvenil Cruceñista. Los unionistas detuvieron por la fuerza a los camiones, el micro y las camionetas del INRA, que fueron asaltadas. Fernando fue bajado de la camioneta junto a su compañera periodista Tanimbu Extremadoiro y el abogado Ramiro Valle; quienes corrieron al monte donde en la turba se separaron. En el monte, perdidos y perseguidos se escondían donde podían, viviendo una maldita pesadilla real. Ambos denunciaron luego haber sido torturados, rescatado “Fui torturado. Me obligaron a dejar la cámara y a bajar del camión en el que viajaba, me empezaron a dar patadas y a tirar piedras, entonces pude escapar y me refugié en una casa (…)Luego del incidente, de las torturas y persecuciones, el día lunes, es decir, un día después del hecho, el coronel del cuartel de Cuevo me recogió…”, relató Fernando, quien pudo salir del lugar luego de ser por el ejército, llevado al Cuartel de Cuevo (donde se encontró con sus compañera y el abogado Valle, quienes también fueron torturados), y luego fueron vueltos a sacar vestidos de militar en una camioneta, acompañados por soldados.

Su compañera la pasó peor, ya que fue utilizada como botín de guerra: “Tuve que sacarme la gorra para que la gente sepa que soy mujer y me traten mejor, pero igual continuaron, me querían meter al monte para violarme. Las mujeres querían quemarme, tenían cuchillos, me amarraron de las manos y los pies. Luego me llevaron a un poste, mientras me llevaban veía como la gente sacaba todas las cosas del camión, entre ellas la cámara con la que estábamos haciendo el documental, mis documentos, mi celular, todas las grabaciones, que hasta ahora no nos devolvieron (…) Después me llevaron a la Casa Autonómica donde me insultaron”.

Fernando regresó a Argentina, no quiere volver a Bolivia. Aún no puede superar lo vivido. En su charla se expone constantemente la gran dicotomía que existe en la sociedad boliviana, y las injusticias extremas. También la improvisación con que actúa el gobierno en sus movimientos, de la cual casi le cuesta la vida.
El periodista boliviano Julio Peñaloza Bretel, amigo y compañero de Fernando, escribió en su blog “en nombre los bolivianos de bien hay que pedirle disculpas por la gran cabronada que se mandaron esos infelices terratenientes que tienen como único valor en la vida, el dinero, la acumulación y la explotación”.

2 comentarios:

  1. Muy buena la nota. Esta bueno saber estas cosas que si no fuera por ustedes no nos enteraríamos. La xenofobia no está tan lejos, y la esclavitud tampoco. Acá, en Argentina, encontramos estas “malas costumbres” a la vuelta de la esquina. Los indígenas peleando por sus tierras y por su respeto; los bolivianos que llegan al país en busca de trabajo y los encierran en un taller de confección para que trabajen hacinados 18 horas por día, con poca comida, con poco lugar para dormir, y con sus hijos a los que no se les facilita la llegada a la educación; el maltrato con los vendedores ambulantes; la discriminación por la diferencia de color de piel; etc., etc. La falta de respeto ya es moneda corriente, y está muy mal esto. Muy buena la nota ManuelaMolina, y lamentable lo que le pasó a esta gente en Bolivia. Saludos!

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  2. Lamento mucho que la relación Fernando-Bolivia se haya quebrado. Hace rato que no nos comunicamos. Lo intenté hace unas semanas, pero siento que la marca dejada en Fer es todavía profunda y dolorosa. Ya lo buscaré nuevamente con el gran aprecio que le tengo.

    Julio Peñaloza Bretel
    Periodista, La Paz-Bolivia

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