Los Toldos vivió una maravillosa mañana repleta de vida. Así de simple. Seres “insurgentes” a las normas definitorias de nuestra sociedad elevaron su voz en defensa de todas las vidas, y en un llamado de alerta al manoseo y desprecio por el fuego, la tierra, el agua, y el aire que viene desarrollándose con la “producción industrial agropecuaria” dependiente del uso del glifosato, en tantas zonas como la nuestra.
Seguí leyendo... Cientos de alumnos, con sus pancartas a cuestas, se congregaron en la Plaza Rivadavia de Los Toldos en donde acompañaron la entrega de plantines varios de abuelos a nietos mapuches, de padres a hijos y de amigos a amigos. Luego, todos los concurrentes recorrieron la calle Ignacio Coliqueo hasta el límite de nuestro pueblo, en donde fue levantada la primera cortina forestal de nuestra zona. Allí, fue inaugurado un monolito que determina el sentido de defensa de la vida desde la cosmovisión mapuche.
En el encuentro leyeron proclamas y poesías alumnos de los colegios, don José Palomino y la hermana Frida Rojas, entre otros. Representantes de los Pueblos originarios del Neuquén, Río Negro, Chile, Bolivia y Perú se dieron cita en el encuentro.
La agrupación mapuche EPU BAFKEH, junto al Foro Ambiental de General Viamonte y diferentes colegios de nuestra localidad, también participaron de la jornada. Aquí hay algunas fotos del encuentro
Repercusiones del evento: Redefinir la palabra “progreso”, por Osvaldo Bayer
Seguí leyendo... Cientos de alumnos, con sus pancartas a cuestas, se congregaron en la Plaza Rivadavia de Los Toldos en donde acompañaron la entrega de plantines varios de abuelos a nietos mapuches, de padres a hijos y de amigos a amigos. Luego, todos los concurrentes recorrieron la calle Ignacio Coliqueo hasta el límite de nuestro pueblo, en donde fue levantada la primera cortina forestal de nuestra zona. Allí, fue inaugurado un monolito que determina el sentido de defensa de la vida desde la cosmovisión mapuche.
En el encuentro leyeron proclamas y poesías alumnos de los colegios, don José Palomino y la hermana Frida Rojas, entre otros. Representantes de los Pueblos originarios del Neuquén, Río Negro, Chile, Bolivia y Perú se dieron cita en el encuentro.
La agrupación mapuche EPU BAFKEH, junto al Foro Ambiental de General Viamonte y diferentes colegios de nuestra localidad, también participaron de la jornada. Aquí hay algunas fotos del encuentro
Repercusiones del evento: Redefinir la palabra “progreso”, por Osvaldo Bayer
Opinión: ¿PARA QUE SIRVEN LAS CORTINAS FORESTALES
EN EL BARRIO PUEYRREDÓN DE LOS TOLDOS?
Ayer, fui al campo donde vivió mi abuelo.
Wiñowixan tañi mapu.
Me contó mi abuelo, hace tiempo, la forma en que se sembraba y cosechaba maíz con la mancera. Mi mamá me contó, como juntaban el maíz con las bolsas atadas a la cintura y luego de terminar la cosecha se armaba fiesta, se juntaban las familias enteras para agradecer a la tierra lo que nos había dado.
Cuenta mi abuela, que hacían mürke, tostado con arena caliente, en ollas de hierro, luego se hacían unos ricos pucheros de gallina, tenían como cincuenta gallinas y dos lotes de huerta; al lado mi abuelo tenía un corral donde críaba lechones, y atrás de la casa había algunas vacas y más atrás los caballos. Delante de la casa, había mucho bawen, remedio, flores y un jardín hermoso.
Ayer, fui al campo donde vivió mi abuelo, en menos de 10 hectáreas, con 8 hijos. Todos alcanzaban a comer, vestir poco, estudiar hasta sexto grado. Todos aprendieron a leer y escribir. Eso sí, en castellano, en mapuzungun o mapuche nadie aprendió en la escuela.
A la mañana, la abuela abría la ventana de la cocina y hacía sus ruegos con el mate, hacía pentenfentun. Luego de grande, entendí como se llamaba lo que sigue haciendo hoy mi abuela.
Ayer, fui al campo donde vivió mi abuelo.
Ayer, encontré una tapera.
El campo estaba sembrado de soja, la tierra no era negra. Era grisácea. No había ni caballos ni vacas, ni lechones, no había plantas, no había huerta, no había flores, no había pájaros, ni mariposas, ni perdices, ni gaviotas, ni el cielo azul de mi infancia.
Ayer, fui al campo donde vivió mi madre.
Ayer, no había ni un mapuche viviendo en el campo.
Ayer , pasé por la escuela 6. Se escucharon pocas risas.
Hoy pasé por el barrio Pueyrredon y ví las estacas de álamos que plantamos con el Foro Ambiental, los chicos de la Escuela Técnica y los trabajadores de la Municipalidad.
Pedro, el hijo de Lucho Salas, trabajador de la escuela Nro 6, me dijo : “estamos contentos de lo que han hecho ustedes. Acá la escuela está rodeada de soja, no puede ser...antes había de todo, ahora ni perdices se ven”.
Me quedé pensando. Está en el recuerdo vivo de nosotros, el modo de producción agraria sin lastimar la tierra, con una producción diversificada, en equilibrio con el ecosistema, con el espacio natural y respetando los newenes fuerzas naturales que dan vida a todas las vidas. Los espacios territoriales han sido transgredidos, contaminados con la fumigación y así, ha sido fumigada nuestra salud, nuestro pensamiento y nuestra vida.
¿Para qué sirven las cortinas forestales?
Tienen varias utilidades, pero la más importante es que sirve como sistema de alarma ante la fumigación terrestre y aérea. Cuando las hojas de las plantas están manchadas, quiere decir que ya todo la ciudad está contaminada. La otra utilidad, es para proteger de los vientos, o de los tornados y la más romántica es la de embellecer el predio.
De la cortina forestal, a dos kilómetros más adentro del campo, recién se podría sembrar algún cereal que necesite fumigación, por ejemplo la soja transgénica, ya que esa es la reglamentación o legislación provincial. También la reglamentación dice que es necesario para proteger la salud de la población en general, que las aspersoras terrestres, o llamados mosquitos, no entren a la ciudad, sino que tengan una “zona de sacrificio”, es decir un predio lejos de la ciudad, donde puedan abastecerse, limpiarse y estacionarse. Este predio es irrecuperable ambientalmente, hay que decirlo.
Pero además sería optimo o deseable que en esos dos kilómetros de la cortina forestal para adentro de los campos, pudieran los verdaderos “pequeños productores”, realizar huertas o quintas de alimentos frescos. Cabe aclarar que de los pequeños productores que nosotros hablamos, no son los que dice representar De Angeli o Buzzi. Esos “pequeños”que ellos dicen, pueden exportar 500 toneladas de soja, esos...serán otros pequeños, pero de los nuestros no son.
En todo caso, nosotros sabemos de los “pequeños” que tienen un lote, que tienen menos de 5 hectáreas y viven en su tierra, rodeados de soja, sin la posibilidad de producir de modo orgánico, con el riesgo de envenenar a los animales, con el miedo que le fumiguen los aviones la propia casa, los hijos.
Muchos como Pedro saben, que hay otros modos posibles de producir la tierra. Muchos como Pedro saben, que es necesario respetar la naturaleza, que el ecosistema no puede transgredirse de tal modo que genere sequía o inundación o desastre ambiental. ¿Tendrá algo que ver, la constante agresión a la tierra, la sequía que padecemos hoy? ¿Tendrá algo que ver el monocultivo con la sequía en nuestra región? ¿Tendrá algo que ver el desmonte en el norte con las inundaciones?
Todas las culturas desarrollan actividades teóricas (modelos médicos), técnicas (materia médica) y roles (agentes) para enfrentar y tratar de solucionar los problemas de enfermedad.
Para la cultura mapuche, existe un todo conformado por la especie humana y el ambiente y un conjunto de fuerzas con poder, que rigen sobre los dos primeros.
La enfermedad es el producto de un desequilibrio o transgresión de la persona, de la familia o del territorio donde se habita. No tenemos una concepción filosófica antropocéntrica sino biocéntrica. Si se enferma el territorio, nosotros nos enfermamos.
Quizás, por la coyuntura social y política que atravesamos (conflicto agropecuario de por medio) sea el momento de repensar entre mapuches y no mapuches, qué modelos de desarrollo local nos merecemos, para que no esté solo en el recuerdo de Pedro y de tanto otros como él, una forma de producir, comer, curar, llorar y reír como hacían nuestros abuelos.
Verónica Azpiroz Cleñan
Asoc. Mapuche Epu Bafkeh
Tiempo de siembra,
esperando que no nos fumiguen
Septiembre de 2008
Como era de esperar, esta nota no atrajo a ninguno de los comentadores que suelen enervarse ante cada texto que nombre la palabra "campo" o el epíteto "inseguridad".
ResponderEliminarSin embargo, el señor Osvaldo Bayer sí tuvo la deferencia de escribir sobre lo que pasó en nuestra tierra durante la semana pasada:
"(...) Ocurrió en Los Toldos, también provincia de Buenos Aires, donde los mapuches hicieron un encuentro con el bello nombre de “Caminata por la defensa de todas las vidas”. La música típica de ellos acompañó al encuentro que llevaba como lema “El habla de la tierra, el agua, el viento y el fuego”. Las invitaciones fueron amplias: a los pequeños productores orgánicos, a ambientalistas, y a otros pueblos originarios. Participaron escuelas y jardines de infantes y abuelos mapuches entregaron a los niños plantines de flores y plantas medicinales, como signo de la diversidad biológica. También se plantó una cortina forestal como símbolo de detener las fumigaciones sobre los campos. Se leyó una página de Verónica Azpiroz Cleñan, donde describe lo que era esa región antes y lo que es ahora. Después detalló la tierra donde vivió su abuelo y lo que es ahora. Dijo: “Ayer fui al campo donde vivió mi abuelo. Encontré una tapera. El campo está sembrado de soja, la tierra ya no es negra. Es grisácea. No hay ya ni caballos. Ni vacas, ni lechones, ni plantas, ni huerta, ni flores, ni pájaros, ni mariposas, ni perdices, ni gaviotas, ni el cielo azul de mi infancia. Me quedé pensando. Está en el recuerdo vivo de nosotros, el modo de producción agraria sin lastimar la tierra, con una producción diversificada, en equilibrio con el ecosistema, con el espacio natural y respetando las fuerzas naturales que dan vida a todas las vidas. Los espacios territoriales han sido transgredidos, contaminados por la fumigación y así, ha sido fumigada nuestra salud, nuestro pensamiento y nuestra vida”. Luego señalará las virtudes de la medicina mapuche, con el uso de 250 hierbas medicinales. “El año pasado –señala– hemos recolectado cerca de 50 especies. Pudimos constatar que las pérdidas de las especies en menos de 30 años son abruptas, que el empobrecimiento de nuestra tierra es atroz por el uso de los agroquímicos.” Y la representante mapuche en su documento se pregunta “¿dónde está garantizado nuestro derecho a vivir y curarnos de acuerdo con nuestra cultura, si la ‘lógica chacarera’ y mezquina sigue peleando por retenciones pero nada dice sobre las enfermedades que nos causa el glifosato para que crezca la señora soja? Y nadie da cuenta de la pérdida de la biodiversidad. ¿Y de la muerte de más de 150 especies de plantas medicinales en menos de treinta años? ¿Por qué callamos sobre la muerte de la diversidad biológica gracias a la soja transgénica?”. Y luego, Verónica terminó con esta fuerte frase: “A la soja le digo fuera, fuera de nuestra tierra”.
Gracias Osvaldo por mostrar lo que nosotros mismos nos negamos a ver
Leer la nota completa: http://pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-113155-2008-10-11.html
Hoy José Palomino también mencionó con mucho entusiasmo y afecto los eventos ocurridos jueves y viernes aquí en su programa de Radio Nacional (radio que tampoco escuchan los defensores del monocultivo, como tampoco leen Página|12).
ResponderEliminarGracias Epu Bafkeh, que nos pone en los medios nacionales por buenas y justas causas. justas.
Siembro con soja unos pedasos de tierra en la tribu.
ResponderEliminarLos aborigenes dueños de las tierras no viven mas en el campo se vinieron al pueblo alquilan las ectareas y no van nunca al campo, muchos otros las vendieron y no les interesa laurar, ni tener huetra ni criar sus chanchos y lechones ni tener su caballo, etc. nadie los echo del campo de la tribu se viniron a la comodidad del pueblo
Hay mucho de mentira en todo lo que se escribe y dice de lo aborigenes porque muchos viven y cobran para hacerlo.
Ya atrajo uno.
ResponderEliminarCon los argumentos que heredó. Que el cree que tienen mucho de verdad.
Te falta poner "son todos borrachos y tuberculosos".
Saludos
Ataliva
Están un poco escépticos o susceptibles manuelos, no nos dieron ni tiempo a leer la nota que ya se están quejando que nadie dijo nada… Felicitaciones para esta gente que hace que hagamos un buen ejercicio de conciencia. Además de las felicitaciones supongo que también deberíamos pedirles perdón… Así que, perdón y gracias… Saludos!!
ResponderEliminarPor ahí escépticos es la palabra justa (y suceptibles también, claro está). A veces se nos sale la cadena a nosotros también
ResponderEliminarHermosa conjunción con los hijos de la tierra y el INTI :
ResponderEliminarYa están en Nogal de Vida http://nogaldevida.blogspot.com/
Un abrazo
Patricia Isabel Roccatagliata