Los Toldos, Agosto de 2008
Estimado amigo del futuro:
Aquí te escribo, esperando que mientras lees estas líneas en el Viamonte del futuro el mundo siga funcionando, lo que es que puedan respirar el aire limpio y sembrar la tierra y que el cielo siga siendo hermosamente azul. Te escribo estas líneas con el objetivo de contarte un poco como anda esta localidad pequeña de la pampa húmeda en pleno 2008. Una manera de exponer el estado de situación en que nos encontramos quienes aquí marchamos, en este presente raro, conformando esta sociedad a la que queremos tanto. Seguramente la estarás leyendo del mismo modo que yo he leído a los anteriores, en el marco de alguna celebración similar, o intentando entender las épocas que nos atraviesan. En tal sentido necesito aclararte que no seré yo el que revise la época, pero si te aportare alguna sensación al respecto desde el mismísimo hoy. Sabrás rescatar lo necesariamente importante de este mensaje.
Los Toldos, fábrica de aceite, década del '50
Seguí leyendo... Dios quiera que mientras leas, no maldigas mí época y las egoístas acciones de los vecinos que no piensan en que existe un futuro más allá de nosotros, ese futuro que es tu presente. Ignorantes y testarudos lo peor del hombre sigue en funciones arrojando pilas, gastando el agua potable, y anulando componentes nutrientes de esta tierra del mismo modo en que se corrompen las napas Dios quiera que hayan logrado una manera de contrarrestar tanto daño. Es horroroso lo que sucede en nuestro presente y muy pocos parecen haberse dado por eludido.
Voy a referirme a dos o tres ítems que considero que históricamente deberías tener presente como símbolos de una época. No sé si comenzar por las buenas, o por las otras. Esas que levantan los comentarios de quienes prefieren que no se hable demasiado, o que no se moleste. Si bien no es mi intención generar un pesimismo en tí, amigo del futuro, a decir verdad ya me he envalentonado y le pasaré a contar cuál es la situación de General Viamonte a cien años de la proclamación de su autonomía. Que sea un repaso amplio del hoy, un muestreo de sensaciones y visiones. Y con las disculpas del caso al optimismo general y al mío propio, comenzaré diciendo que las cosas no están muy bien.
Si uno hace un repaso a través de las viejas imágenes que registraron estas localidades de nuestro partido (he hecho el ejercicio), seguramente subirá en asombro al ver las grandes tiendas, los grandes comercios, los emprendimientos mayores y las inauguraciones oficiales de otras épocas. Verá con asombro la pujanza de los tiempos idos. La suerte nunca fue completa para todos, es cierto, con altibajos la sociedad argentina incluyo y excluyó a la gente de las posibilidades de un sistema que en mucha de las veces egoísta y perverso, y a la vez oportuno y prometedor. Pero en aquellas épocas, parecía haber sitio para todos. Es una sensación vista desde hoy, claro, sé que no fue así en la totalidad, pero lo que quizás quiero decir es que había más oportunidades para todos. Grandes galpones acompañaban las producciones agropecuarias, grandes tiendas aportaban la indumentaria, el petróleo estaba al servicio del pueblo, las escuelas enseñaban pujantes, eran hombres los hombres y mujeres las mujeres, era traidor el traidor y valiente el valiente. Se iba la vida en muchos casos… Surgían ideas y valores fundacionales. Se luchaba por ellos. Se emocionaba por ellos. El mundo vivía su transformación social. Nuestras comunidades de Viamonte se expandían sin pausa. Crecían.
¿Y qué ha quedado de todo aquello hoy? Cenizas. Nada. Es cierto que el país todo entró en una recesión elocuente desde hace décadas. La llegada del neoliberalismo y su voraz manera de concebir al mundo nos ha impulsado a abandonar todo “gasto superfluo del estado” y dejar que la economía mande y ordene, ampliando la brecha entre ricos y pobres a distancias siderales. También es cierto que paradójicamente también ha existido recuperación económica; y que en ciertos ámbitos geográficos se ha acompañado desde el estado las inversiones privadas de pequeñas localidades. Pero aquí, y vuelvo a la pregunta ¿qué ha quedado de todo aquello hoy? Nada, nada, nada…. Apenas recuerdo de los laureles que supimos conseguir. Hoy Viamonte es un resabio de aquellos idilios. No sé si hay que hacerlo, pero no hemos logrado trascender por nada especial. Hoy, sin ningún exponente productivo acentuado más que la soja. No nos destacamos entre los partidos vecinos. No sobresalimos productivamente en nada distintivo. Y lamento decirlo así, pero a nuestras autoridades no se les cae una idea. Hoy mismo, funcionamos y sumamos por los aportes provinciales y nacionales. Lo que llega de arriba. No hay políticas propias que trasciendan y repercutan en la población toda. La gente pide fábricas, trabajo, pide vías de comunicación para las pequeñas localidades, pide en definitiva que muevan el colon con propuestas para un municipio activo distintivo. E inconscientemente nos vamos acostumbrando a conformarnos con lo que hay, que es muy poco.
Hablando de posibilidades y de cuestiones históricas del hoy, me gustaría también contarte que la problemática por las tierras de la Tribu Mapuche de Los Toldos también está cumpliendo años, hace poco paso los 100, y debo reconocer con vergüenza ajena que nunca se solucionó y hoy, parece imposible una revisión acabada. Ahora los reclamos mutan con las épocas. Hoy, la revalorización de la cultura mapuche esta trabajando en la recuperación de las prácticas y saberes medicinales. En su última exposición, denunciaron el avance de los agroquímicos sobre los campos, y lo resaltaron como una amenaza latente para el medio ambiente todo y el cultivo de flora de uso medicinal en particular.
Si el futuro ya llegó, hay que decir con vergüenza incluida no solo que la Planta Urbana de Los Toldos posee un colapso en materia sanitaria con una Planta Depuradora saturada y al borde del desastre, sino que miles de personas, desde siempre postergados, no cuentan con la infraestructura básica de agua potable y cloacas. En aspecto más abarcativo, una encuesta realizada para un relevamiento del grupo responsable de la confección del Plan de Ordenamiento Urbano (Ver LMM Nº 9) puede observarse lo que le preocupa a la gente de, en este caso, Los Toldos: Un 88% considera que están faltando fuentes de trabajo; un 60% cree que hay que expandir la red de gas natural, limitada; un 61 % pide extensión del pavimento; un 70% pide extensión de la red cloacal; y un 58% considera que hay que limitar el permiso de creación de silos de almacenaje de granos en la planta urbana, por considerarse amenazante a la salud pública.
También quisiera contarte que urge un cambio importante en el tratamiento que se le da a las pequeñas localidades del partido, las que están sobre la Ruta 65 y las que quedaron lejos de ella. Estancadas o en retirada, estos centros poblacionales han quedado a la buena de Dios. La mayoría, por falta de trabajo o de mejores condiciones de vida se ha venido a Los Toldos o a otras ciudades fuera del Partido. San Emilio puntualmente esta gritando a quien quiera oír que ellos “no quieren desaparecer”. Baigorrita vive el éxodo permanente hacia el vecino gigante; y Zavalía esta tranquila con lo que tiene, pero bien le vendría alguna renovación que le despierte el letargo.
No quiero extenderme. Son muchos los temas y prometo volver a escribirte. Pero antes de finalizar también quiero contarte algunas buenas. Por ejemplo, que nuestra cultura coterránea mantiene en pie sensaciones y costumbres que en tantos lados se perdieron. Si bien, es cierto, el pueblo chico infierno grande funciona a la perfección, y los malos augurios sobresalen a los buenos, seguimos haciendo uso de costumbres como las serenatas que en épocas de fiestas nos permiten ganar algún vino, sidra o en los mejores casos, una botellita de champagne. En Los Toldos (que es donde yo vivo), seguimos haciendo uso de “la vuelta del perro”, gastando las calles San Martín y Mitre. Nos seguimos saludando con la mano, entre conocidos o vistos. Concurrimos en masa a los eventos deportivos de diversa índole y a los bingos de las cooperadoras de las escuelas. Los carnavales sobre la Av. San Martín explotan, literalmente, de gente, y de ingenio carnestolendo. No hay mucho para salir los fines de semana pero lo que hay se usa y mucho. Andamos en bicicleta más que en auto. Todavía se sumergen en los senderos de la tribu los sulkys, aunque son cada vez menos. Se cultiva la amistad desde la escuela. Nos comemos unos regios asados. En fin, quiero decir que aún mantenemos vivas muchas acciones culturales que hacen a nuestra propia tradición como localidad. Y que no hay nada como dormir en verano con la ventana bien abierta.
Antes de despedirte, lector del futuro, comparto contigo un deseo. Y se liga a lo político porque es en la gestión comunal en donde se pueden revertir las cuestiones de la sociedad. Y no excluyo aquí al tercer sector u organizaciones varias de la sociedad. Más proyectos culturales avocados a nuestro lugar y a nuestra gente. Mejores acciones de gobierno, con creatividad y más desarrollo para nuestra gente y nuestros lugares. No depender de los aportes provinciales y nacionales y activar gestiones propias (pero sin baño afuera!). Ideas para el trabajo. Ideas para una mejor escuela. Ideas para una mejor vida. Porque en definitiva es eso amigo, las ganas de que todos podamos estar bien, en igualdad de condiciones. Y ojala en tu tiempo se termine toda esta patraña política de interés personal, bloqueos de posibilidades por imaginarios partidarios y comodidad al poder.
Te juro que muero por saber si en tu tiempo, en ese futuro plateado, el reloj de la Avenida San Martín funcionará.
Un abrazo.
Antonio Andrés Adamini
Aquí te escribo, esperando que mientras lees estas líneas en el Viamonte del futuro el mundo siga funcionando, lo que es que puedan respirar el aire limpio y sembrar la tierra y que el cielo siga siendo hermosamente azul. Te escribo estas líneas con el objetivo de contarte un poco como anda esta localidad pequeña de la pampa húmeda en pleno 2008. Una manera de exponer el estado de situación en que nos encontramos quienes aquí marchamos, en este presente raro, conformando esta sociedad a la que queremos tanto. Seguramente la estarás leyendo del mismo modo que yo he leído a los anteriores, en el marco de alguna celebración similar, o intentando entender las épocas que nos atraviesan. En tal sentido necesito aclararte que no seré yo el que revise la época, pero si te aportare alguna sensación al respecto desde el mismísimo hoy. Sabrás rescatar lo necesariamente importante de este mensaje.
Por Antonio A. Adamini
Los Toldos, fábrica de aceite, década del '50
Seguí leyendo... Dios quiera que mientras leas, no maldigas mí época y las egoístas acciones de los vecinos que no piensan en que existe un futuro más allá de nosotros, ese futuro que es tu presente. Ignorantes y testarudos lo peor del hombre sigue en funciones arrojando pilas, gastando el agua potable, y anulando componentes nutrientes de esta tierra del mismo modo en que se corrompen las napas Dios quiera que hayan logrado una manera de contrarrestar tanto daño. Es horroroso lo que sucede en nuestro presente y muy pocos parecen haberse dado por eludido.
Voy a referirme a dos o tres ítems que considero que históricamente deberías tener presente como símbolos de una época. No sé si comenzar por las buenas, o por las otras. Esas que levantan los comentarios de quienes prefieren que no se hable demasiado, o que no se moleste. Si bien no es mi intención generar un pesimismo en tí, amigo del futuro, a decir verdad ya me he envalentonado y le pasaré a contar cuál es la situación de General Viamonte a cien años de la proclamación de su autonomía. Que sea un repaso amplio del hoy, un muestreo de sensaciones y visiones. Y con las disculpas del caso al optimismo general y al mío propio, comenzaré diciendo que las cosas no están muy bien.
Si uno hace un repaso a través de las viejas imágenes que registraron estas localidades de nuestro partido (he hecho el ejercicio), seguramente subirá en asombro al ver las grandes tiendas, los grandes comercios, los emprendimientos mayores y las inauguraciones oficiales de otras épocas. Verá con asombro la pujanza de los tiempos idos. La suerte nunca fue completa para todos, es cierto, con altibajos la sociedad argentina incluyo y excluyó a la gente de las posibilidades de un sistema que en mucha de las veces egoísta y perverso, y a la vez oportuno y prometedor. Pero en aquellas épocas, parecía haber sitio para todos. Es una sensación vista desde hoy, claro, sé que no fue así en la totalidad, pero lo que quizás quiero decir es que había más oportunidades para todos. Grandes galpones acompañaban las producciones agropecuarias, grandes tiendas aportaban la indumentaria, el petróleo estaba al servicio del pueblo, las escuelas enseñaban pujantes, eran hombres los hombres y mujeres las mujeres, era traidor el traidor y valiente el valiente. Se iba la vida en muchos casos… Surgían ideas y valores fundacionales. Se luchaba por ellos. Se emocionaba por ellos. El mundo vivía su transformación social. Nuestras comunidades de Viamonte se expandían sin pausa. Crecían.
¿Y qué ha quedado de todo aquello hoy? Cenizas. Nada. Es cierto que el país todo entró en una recesión elocuente desde hace décadas. La llegada del neoliberalismo y su voraz manera de concebir al mundo nos ha impulsado a abandonar todo “gasto superfluo del estado” y dejar que la economía mande y ordene, ampliando la brecha entre ricos y pobres a distancias siderales. También es cierto que paradójicamente también ha existido recuperación económica; y que en ciertos ámbitos geográficos se ha acompañado desde el estado las inversiones privadas de pequeñas localidades. Pero aquí, y vuelvo a la pregunta ¿qué ha quedado de todo aquello hoy? Nada, nada, nada…. Apenas recuerdo de los laureles que supimos conseguir. Hoy Viamonte es un resabio de aquellos idilios. No sé si hay que hacerlo, pero no hemos logrado trascender por nada especial. Hoy, sin ningún exponente productivo acentuado más que la soja. No nos destacamos entre los partidos vecinos. No sobresalimos productivamente en nada distintivo. Y lamento decirlo así, pero a nuestras autoridades no se les cae una idea. Hoy mismo, funcionamos y sumamos por los aportes provinciales y nacionales. Lo que llega de arriba. No hay políticas propias que trasciendan y repercutan en la población toda. La gente pide fábricas, trabajo, pide vías de comunicación para las pequeñas localidades, pide en definitiva que muevan el colon con propuestas para un municipio activo distintivo. E inconscientemente nos vamos acostumbrando a conformarnos con lo que hay, que es muy poco.
Hablando de posibilidades y de cuestiones históricas del hoy, me gustaría también contarte que la problemática por las tierras de la Tribu Mapuche de Los Toldos también está cumpliendo años, hace poco paso los 100, y debo reconocer con vergüenza ajena que nunca se solucionó y hoy, parece imposible una revisión acabada. Ahora los reclamos mutan con las épocas. Hoy, la revalorización de la cultura mapuche esta trabajando en la recuperación de las prácticas y saberes medicinales. En su última exposición, denunciaron el avance de los agroquímicos sobre los campos, y lo resaltaron como una amenaza latente para el medio ambiente todo y el cultivo de flora de uso medicinal en particular.
Si el futuro ya llegó, hay que decir con vergüenza incluida no solo que la Planta Urbana de Los Toldos posee un colapso en materia sanitaria con una Planta Depuradora saturada y al borde del desastre, sino que miles de personas, desde siempre postergados, no cuentan con la infraestructura básica de agua potable y cloacas. En aspecto más abarcativo, una encuesta realizada para un relevamiento del grupo responsable de la confección del Plan de Ordenamiento Urbano (Ver LMM Nº 9) puede observarse lo que le preocupa a la gente de, en este caso, Los Toldos: Un 88% considera que están faltando fuentes de trabajo; un 60% cree que hay que expandir la red de gas natural, limitada; un 61 % pide extensión del pavimento; un 70% pide extensión de la red cloacal; y un 58% considera que hay que limitar el permiso de creación de silos de almacenaje de granos en la planta urbana, por considerarse amenazante a la salud pública.
También quisiera contarte que urge un cambio importante en el tratamiento que se le da a las pequeñas localidades del partido, las que están sobre la Ruta 65 y las que quedaron lejos de ella. Estancadas o en retirada, estos centros poblacionales han quedado a la buena de Dios. La mayoría, por falta de trabajo o de mejores condiciones de vida se ha venido a Los Toldos o a otras ciudades fuera del Partido. San Emilio puntualmente esta gritando a quien quiera oír que ellos “no quieren desaparecer”. Baigorrita vive el éxodo permanente hacia el vecino gigante; y Zavalía esta tranquila con lo que tiene, pero bien le vendría alguna renovación que le despierte el letargo.
No quiero extenderme. Son muchos los temas y prometo volver a escribirte. Pero antes de finalizar también quiero contarte algunas buenas. Por ejemplo, que nuestra cultura coterránea mantiene en pie sensaciones y costumbres que en tantos lados se perdieron. Si bien, es cierto, el pueblo chico infierno grande funciona a la perfección, y los malos augurios sobresalen a los buenos, seguimos haciendo uso de costumbres como las serenatas que en épocas de fiestas nos permiten ganar algún vino, sidra o en los mejores casos, una botellita de champagne. En Los Toldos (que es donde yo vivo), seguimos haciendo uso de “la vuelta del perro”, gastando las calles San Martín y Mitre. Nos seguimos saludando con la mano, entre conocidos o vistos. Concurrimos en masa a los eventos deportivos de diversa índole y a los bingos de las cooperadoras de las escuelas. Los carnavales sobre la Av. San Martín explotan, literalmente, de gente, y de ingenio carnestolendo. No hay mucho para salir los fines de semana pero lo que hay se usa y mucho. Andamos en bicicleta más que en auto. Todavía se sumergen en los senderos de la tribu los sulkys, aunque son cada vez menos. Se cultiva la amistad desde la escuela. Nos comemos unos regios asados. En fin, quiero decir que aún mantenemos vivas muchas acciones culturales que hacen a nuestra propia tradición como localidad. Y que no hay nada como dormir en verano con la ventana bien abierta.
Antes de despedirte, lector del futuro, comparto contigo un deseo. Y se liga a lo político porque es en la gestión comunal en donde se pueden revertir las cuestiones de la sociedad. Y no excluyo aquí al tercer sector u organizaciones varias de la sociedad. Más proyectos culturales avocados a nuestro lugar y a nuestra gente. Mejores acciones de gobierno, con creatividad y más desarrollo para nuestra gente y nuestros lugares. No depender de los aportes provinciales y nacionales y activar gestiones propias (pero sin baño afuera!). Ideas para el trabajo. Ideas para una mejor escuela. Ideas para una mejor vida. Porque en definitiva es eso amigo, las ganas de que todos podamos estar bien, en igualdad de condiciones. Y ojala en tu tiempo se termine toda esta patraña política de interés personal, bloqueos de posibilidades por imaginarios partidarios y comodidad al poder.
Te juro que muero por saber si en tu tiempo, en ese futuro plateado, el reloj de la Avenida San Martín funcionará.
Un abrazo.
Antonio Andrés Adamini
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