Sin ninguna duda el primer recuerdo que tengo sobre pizza alguna, se remonta al Italiano que por aquellos años era un inmenso salón, con una mesa de billar en el centro, hileras de mesitas pegadas a la pared y en el fondo un mostrador, detrás del cuál iban y venían en forma incesante Don Vittorio y Sra. Y puedo sentir, como si fuera hoy, el aroma a salsa de tomate y masa recién horneada que desde allí venía. En aquel tiempo, la pizza se vendía por porciones, y casi siempre estaba coronada por una anchoa. Inclusive la pizza casera era habitual que llevara los sabrosos y saladitos filetes.
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Luego, recuerdo mucho tiempo más acá, al matrimonio Tóffoli, vendiendo sus exquisitos productos en la calle Manuela Molina, donde hoy tiene la carnicería Aicardi. Me parece verlos, el con su cara sonrojada, escasos pelos blancos y un delantal de cocinero azul, y a la señora que siempre lucía un impecable peinado. Las latas de salsa (esas de varios kilos) y las pizzeras negras apiladas, y el inconfundible aroma de las pizzas de Don Vittorio, y ese secreto encanto que tenía “su” salsa de tomate, con el que solo me he reencontrado en Las Cuartetas, Guerrín o Banchero. Conocidos reductos pizzeros de Capital.
Y el segundo recuerdo es la Pizzería de Amante, que quedaba donde hoy es “Lo de Lalo”. Primero fue heladería, y creo… luego en el invierno, anexaron la pizzería. El local era chiquito, y en el frente había un par de mesas, siempre… indefectiblemente ocupadas. Y luego, debido al éxito indudable de sus productos, cruzando la puerta que estaba atrás del mostrador, y de unas cortinas color borravino, habilitaron una cuatro o cinco mesas más. Los sábados a la noche con el negocio atiborrado de clientes, allí estaban los hermanos Amante guardando presurosos en cajas, previa espolvoreada con pimienta y orégano, la pizza humeante que la gente esperaba para llevarse, con la impaciencia que les generaba la deliciosa fragancia del local. Afuera, de cada lado de la puerta había, unas vistosas publicidades en chapa esmaltada, de las bebidas gaseosas de la época, (mediados de los 60’ ) “Spur Cola”, y la “naranjina” Canadá Dry.
Por los primeros años de la década del 70’ se produjo una “pequeña revolución” en este rubro: desde Bs. As. llegó a nuestro pago un matrimonio joven, que instaló en la avenida Mitre, ( hoy “Mil Cosas” ) al lado de “Suixtil”, un coqueto bolichito llamado Tía Lala, (aunque tengo amigos que aseguran se llamaba “Misia Lala” ). ¿Y cuál era la novedad ?, ¡los diferentes gustos de pizzas que allí ofrecían!, si mal no recuerdo eran alrededor de 20 variedades y un abrupto cambio de moda en el formato: Llegó la pizzeta o mini pizza individual, en lugar de las consabidas y tradicionales porciones. Allí probamos las primeras pizzas de humita, que eran una de las más ricas propuestas que ofrecía este nuevo local. Y realmente tuvo su cuarto de hora exitoso, ya que la gente acudía numerosa a probar los diversos gustos de estas novedosas pizzas. Las mesas estaban solícitamente atendidas por el popular mozo Negrín Solari. Que a veces “se pasaba” de tan atento y se acercaba reiteradamente a la mesa, para consultar si precisábamos algo, o para convencerse de que no faltaba nada.
Hay para todos los paladares, ya sean las clásicas muzzarella, “especial de jamón y morrones”, o anchoas de antaño… o las “primavera”, de ananá, palmitos, o “cuatro quesos”, la de “lomito” del Negro Peralta…, aunque un tanto más sofisticadas, bastante comunes hoy en día. Ya sean a la piedra, o “media masa” …hasta a la parrilla! Constituyen una verdadera pasión argentina.
¿Alguien puede imaginarse la vida sin ellas… un sábado o un domingo por la noche ?.
Ya volveremos para evocar el Boliche de Pepe, o el “flamante” Flamingo y otros comercios o personajes que constituyen estas pequeñas grandes historias de nuestro pago.
por Haroldo Ruquet
que bueno es recordar disen que recordar sirve para que no cometamos los mismos errores ahora hicimos tantas macanas en el pasado para que la pendejada este como este parece que no aprendemos mas es una pena por que de afuera estando lejos el pueblo es hermoso se lo extraña lastima que los pendejos lo estan destruyendo
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