Al principio de los 70’, con el advenimiento de las radios F.M. venía implícita la esperanza de otras canciones que en las A.M. no tenían espacio. Tan es así que me compré una novedosa “National”, cuyo frente estaba casi todo ocupado por un enorme parlante. - A ese modelo lo apodaban “Capitana”, por parecerse bastante a esa que utilizaban en la 2da. Guerra para comunicarse en medio del campo de batalla-. Poco tardé en ir sintiendo que mis expectativas no estaban satisfechas en lo más mínimo. La radio se escuchaba maravillosamente…pero la programación de las emisoras no coincidía con mis esperanzas. Y un día por una maravillosa casualidad y surcando el dial A.M. me detuvo una canción, dos, tres, cuando llegó la publicidad hablaban de las golosinas de Ban Dam, de la Plaza del Notariado, de Pilsen…”el champagne de las cervezas”, de los sweaeters Burma, y de la Galería Yaguarón. Claro la radio era de Uruguay. “RadioMundo” de Montevideo, Uruguay, “después del amor…su mejor compañía”, era su slogan. Y atrapado por una programación absolutamente atractiva, me fui quedando para siempre en su sintonía. Se me hicieron familiares los productos que publicitaban. Las direcciones. Y empezó un amor platónico con el país de la otra orilla. Al que fui empezando a querer…aún sin conocerlo. Era el sonido ideal para preparar las entregas de la facultad, hasta me acompañaba en las horas de Taller 2 de diseño, donde todos mis compañeros accedían encantados, a escuchar ese agradable sinfín de temas. Entre todas las canciones que allí sonaban, había una que me agradaba sobremanera. Era de los “Doobie Brothers”, ya que la inconfundible voz de Michael Mc Donald así lo certificaba.
No sabía como se llamaba, y nunca coincidía a escuchar su nombre. O tal vez con cierta malicia, no lo decían para preservar en exclusividad dicha perla. Bueno, acudí a la disquería y me compre un soberbio vinilo importado, envuelto en celofán, ya está pensé, era el último disco que salía de ese conjunto y “vamos a casa a escuchar aquella canción que comenzaba con una flauta traversa”…grande fue mi desilusión al recorrer todo el long-play y no encontrar el tema deseado. Encima por RadioMundo iba dejando de sonar. Y un día no pude escuchar mas ni esa radio…ni el tema musical. Pasaron muchos años, yo calculo que redondeando para menos, unos 30. Y cada tanto me “daba” y buscaba esa canción que no sabía como se llamaba. Llegó internet, y conseguí la discografía de los “Doobie Brothers”. Y no figuraba entre sus discos. Y cada vez empezaba a descreer más de mis recuerdos. ¿Cómo no estaba incluido el tema en ningún grandes éxitos de la banda ?. Hablé con programadores de radio, hasta conseguí saber el nombre del disc jockey de la radio uruguaya, un tal “Gordo” Zambrano. Nunca pude contactarlo. Y el tema ¿? No sería uno solista de Michael Mc Donald ¿? Tampoco. Hace unos días consigo otra discografía de la banda americana…y había cuatro compilados de grandes éxitos, de rarezas, y demos. Y picoteando los temas escucho maravillado aquella flauta traversa de la introducción. Ahí estaba el tema que tardó 30 y pico de años en acariciarme las orejas. “Wynken, Blynken and Nod” era la llave que abría la puerta de los recuerdos. Con ese extraño nombre estaba atesorada mi alegría de volver a escucharlo. Y bueno, a lo mejor es una tremenda pavada para el resto…pero teniendo – y espero no suene a petulancia – una de las colecciones mas amplias de música, de mi manzana seguro, de Los Toldos y La Plata casi seguro también. Me faltaba esa delicia añorada. Y finalmente, llegó esta figurita realmente difícil a ponerse nuevamente en contacto con mis oídos. No tengo la menor idea de cuantas veces la he escuchado, desde que la encontré, para compensar tan larga ausencia. Ni tampoco sé si es una gran canción. Pero lo maravilloso de la música es que puede decirle cosas distintas a cada uno de los que la escucha, y moverle diversos resortes internos. La quise, la busqué por años y mi tozudez tuvo su premio.
“Wynken, Blynken and Nod”, se llama, y dura 3 minutos con 20, bienvenida otra vez a mi vida.
No sabía como se llamaba, y nunca coincidía a escuchar su nombre. O tal vez con cierta malicia, no lo decían para preservar en exclusividad dicha perla. Bueno, acudí a la disquería y me compre un soberbio vinilo importado, envuelto en celofán, ya está pensé, era el último disco que salía de ese conjunto y “vamos a casa a escuchar aquella canción que comenzaba con una flauta traversa”…grande fue mi desilusión al recorrer todo el long-play y no encontrar el tema deseado. Encima por RadioMundo iba dejando de sonar. Y un día no pude escuchar mas ni esa radio…ni el tema musical. Pasaron muchos años, yo calculo que redondeando para menos, unos 30. Y cada tanto me “daba” y buscaba esa canción que no sabía como se llamaba. Llegó internet, y conseguí la discografía de los “Doobie Brothers”. Y no figuraba entre sus discos. Y cada vez empezaba a descreer más de mis recuerdos. ¿Cómo no estaba incluido el tema en ningún grandes éxitos de la banda ?. Hablé con programadores de radio, hasta conseguí saber el nombre del disc jockey de la radio uruguaya, un tal “Gordo” Zambrano. Nunca pude contactarlo. Y el tema ¿? No sería uno solista de Michael Mc Donald ¿? Tampoco. Hace unos días consigo otra discografía de la banda americana…y había cuatro compilados de grandes éxitos, de rarezas, y demos. Y picoteando los temas escucho maravillado aquella flauta traversa de la introducción. Ahí estaba el tema que tardó 30 y pico de años en acariciarme las orejas. “Wynken, Blynken and Nod” era la llave que abría la puerta de los recuerdos. Con ese extraño nombre estaba atesorada mi alegría de volver a escucharlo. Y bueno, a lo mejor es una tremenda pavada para el resto…pero teniendo – y espero no suene a petulancia – una de las colecciones mas amplias de música, de mi manzana seguro, de Los Toldos y La Plata casi seguro también. Me faltaba esa delicia añorada. Y finalmente, llegó esta figurita realmente difícil a ponerse nuevamente en contacto con mis oídos. No tengo la menor idea de cuantas veces la he escuchado, desde que la encontré, para compensar tan larga ausencia. Ni tampoco sé si es una gran canción. Pero lo maravilloso de la música es que puede decirle cosas distintas a cada uno de los que la escucha, y moverle diversos resortes internos. La quise, la busqué por años y mi tozudez tuvo su premio.
“Wynken, Blynken and Nod”, se llama, y dura 3 minutos con 20, bienvenida otra vez a mi vida.
Excelente Haroldo. Hace décadas que no escuchaba los Doobie Brothers. A veces me impresionan un poco las cosas que escuchaba (sobre todo cuando ahora veo los videos ahora en Capusotto!). Lo que no tengo dudas es que la mayoría de las canciones eran más lindas en el garage de la Nilda y el Chiche. Un abrazo.
ResponderEliminarInternet es un milagro.
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