14/7/08

Una moneda al aire

Si algo positivo dejó este conflicto es “la novedad” de que es imprescindible generar un NUEVO MODELO AGROPECUARIO que tenga como finalidad: volver a poblar las localidades del interior, regular precios del mercado interno, orientar productivamente a la Nación y claro, fomentar otras producciones más allá de la soja. Mire por donde se lo mire, hay que expulsar la visión concentradora del mercado neoliberal y recibir la intervención de un estado patriota. No patota. La coyuntura arroja la moneda al aire una vez más. Pero la moneda ¿es válida?

Por Antonio A. Adamini

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Voy a despegarme de las sensaciones encontradas que generó este conflicto que considero absurdo. Voy a despegarme, por ejemplo, de la decepción que tuve al saber que “la causa”, el tan mentado plan de redistribución social, se acota en la construcción de 30 hospitales, 300 salas sanitarias y algunas casas rurales, y voy despegarme también de la horrenda decepción de comprender que un plan de redistribución social dependa de que la especulación financiera internacional (nuevo actor productivo) mantenga alto el precio de la soja.

Voy a despegarme del falso vaivén ideológico que generaron las lecturas y relecturas que implicaron las acusaciones que “los contra” peronistas han diseminado contra “el campo” desde un discurso basado más en el odio personal contra “los ricos” que en el discurso racional. Y del mismo modo voy a despegarme de la decepción sufrida por comprender que aún persisten en nuestra sociedad componentes imbéciles de una derecha ciega (expuesta en el reclamo agrario) que desean que “se vayan los montoneros revanchistas setentistas”, refiriéndose a los millonarios de El Calafate.

Voy a despegarme de la obligación que parece asistir a la sociedad de asumir posición a favor de un bando u otro en una falsa dicotomía que no hace más que encerrar, nuevamente, a esta sociedad. Simplemente no quiero. Ni con uno, ni con otro. Y que me perdone la violenta sensibilidad social de compañeros peronistas y también la certeza de los de la zona rural. Considero una “extorsión” lo implementado por el sector agroindustrial en estos más de cien días obligando al congreso a que vote a “su medida”; y considero excesivas mentiras y manipulación del Gobierno nacional, con escalada de violencia gratuitas, lo que no creo hasta que no vea en un cambio definitivo de país justo. A la vez, comprendo razones de cada lado, y en una de ellas, voy a detenerme. Pero antes también es preciso dejar en claro que aún sin estar a favor de uno u otro, considero (creo que como toda la sociedad) que las retenciones son un instrumento válido “para captar la renta extraordinaria que surge del movimiento de precios internacionales y no del esfuerzo del productor, así como diferenciar precios internos de internacionales” (Lozano). El momento de dictar retenciones, cuánto, si existe una confiscación, cuál debe ser su fragmentación de acuerdo a la capacidad de cada productor, y su destino… no son motivos de esta columna.

Sí voy a referirme al único ítem que apoyo y defiendo tanto del reclamo agrario: La necesidad de generar un Plan Nacional de Desarrollo Agropecuario, hasta hoy inexistente.

PUEBLOS DE SOJA FANTASMAL
El modelo agropecuario actual es como una moneda, con dos caras opuestas y perfectamente delimitadas. Pero complementarias. Pujanza económica neoliberal dependiente con mercados internacionales propicios; y la más nefasta desolación de localidades despobladas, olvidadas y cuasi fantasmales.
Nací y crecí en un país que relataba las épocas gloriosas de localidades que se expandían a la sombra de un sistema ferroviario pujante y de emprendimientos productivos que generaban alimentos y grandes mesas familiares. Épocas de transacciones entre vecinos y de palabras válidas. Hoy, con cierta desazón, contemplo la cara de la moneda en donde se han vuelto taperas los grandes comercios de localidades como San Emilio; o el yuyal inunda las estaciones ferroviarias en desuso. Ya no hay oportunidades en las localidades rurales y cada vez son menos los alumnos de las escuelas que resisten el cierre. Todos podemos observarlo. Y lamentablemente, todos pudimos acostumbrarnos. De no ser por los épicos relatos de los viejitos cariñosos que se le ponen el pecho al olvido y cuentan a quien quiera oír lo grandioso que fueron esos momentos.
Con el mismo sabor, y del otro lado de la moneda, hoy transito en un rincón del país donde veo los componentes de las paradojas del presente irrisorio, en donde “la rentabilidad extraordinaria” le ha tocado al sector rural. Claro que no a todo el sector rural. Pero sí a quienes se han volcado de lleno al arrendamiento y explotación de sus territorios productivos. A buena hora! Yo por ejemplo, a diferencia de mis compañeros manuelos, si creo que si al sector rural le va bien, esto repercute inevitablemente en las economías locales. Claro que no tan bien como al productor mismo, o al arrendatario, pero bueno, esa es otra cuestión.
Ahora, ¿cómo se concilia esta bonanza económica con la extinción de las pequeñas localidades? O mejor dicho, ¿Son inconciliables? Lo que hay que identificar es el componente de la riqueza del modelo actual: La Soja. Todas se han volcado a la producción en escala de la oleaginosa. Claro, si nada ofrece la rentabilidad que ella. Incluso, con políticas de desalientan la producción ganadera, lechera, triguera o maicera, es inevitable el efecto embudo.
La demanda internacional de aceite y harina de soja da el marco ineludible para la producción agropecuaria actual. La Ley de biocombustible que aprobara el congreso nacional hace dos años también. La presencia de Urquía (hoy cuco) en las filas kirchneristas no es casual. Y la toma a YPF del 1º puesto exportador por Cargill, con 6 aceiteras/cerealeras entre el ranking de los principales 10, es la consecuencia definitoria de la tendencia. Claramente se vislumbra que el kirchnerismo, basado en la proyección del mercado internacional, expone una política agropecuaria como política de Estado. La política de la soja. Hoy las planicies se vuelven cada vez más verdes y aceitosas. Más inhabitadas y a la vez, más rentables, en una nueva captación de beneficios del mercado internacional.
Si algo desestabilizó en mí este conflicto por las retenciones móviles, fue comprender que un país con una potencialidad agropecuaria excepcional como Argentina, no posea estrategias de desarrollo rural, ni tenga políticas claras y a largo plazo. Peor aún comprender que la tendencia agropecuaria y el desarrollo rural dependen pura y exclusivamente de los números que dictamina la pizarra de Chicago, con la nueva incorporación de la especulación financiera. O sea que de algún modo sí existe un modelo agropecuario, un modelo que deja hacer al mercado. La cuestión es si este modelo es válido. Seguramente lo será para aquellos que reciben la rentabilidad sojera, pero difícilmente lo sea para el resto: los que ya no pueden volcarse a las producciones (hoy) alternativas. Y menos lo será para quienes están denunciando lo que trae aparejado este modelo industrial del campo, refiriéndome puntualmente al uso de agrotóxicos, el deterioro ambiental del suelos, el agua y el aire, y la falta de control oficial en fumigadores aéreos y terrestres.
El límite que poseo sobre conocimiento de temas agropecuarios no me impide comprender que si todo es soja y alta rentabilidad (y a la vez alto deterioro ambiental) y que en el mismo escenario localidades como San Emilio han quedado a la deriva, deshabitadas y sin ninguna posibilidad, entonces lo que sucede es que el campo se encuentra a merced de la tendencia política neoliberal tanto de los Kirchner como de todos los que los antecedieron desde 1976. Anulando las empresas estatales, endeudando desorbitadamente a la República, eliminando al ferrocarril y fijando al dólar como moneda nacional.
A esta altura, considero que lo único que puede resolver la presencia neoliberal en donde predomina la tendencia sojera y donde los pueblos permanecen deshabitados, es la presencia intervencionista de un Estado PATRIOTA, o sea, con pleno interés nacional. Que determine posibilidad para que se desarrollen los pequeños productores que hoy se van a las ciudades o alquilan sus pocas hectáreas por valores más altos de los que corresponden; y a la vez, que permita la expansión de mercados (aprovechando la demanda internacional) resguardando el consumo interno. No hay otra. Cortes de carne para exportación; trigo; maíz; leche; soja; (por nombrar producciones de nuestra zona pampeana) deben tener reglas claras y a largo plazo, que permitan que los pueblos vuelvan a fundarse, contagiando demás rubros. Entes como la Junta Nacional de Granos que en estos días ha vuelto al debate, se vuelve parte del replanteo nacional luego de la moda de anulación del primer mundo globalizado de los noventa.

VISIONES DE UN NUEVO MODELO
Si los pueblos rurales están cada vez más deshabitados y abandonados como todos podemos ver; si el abusivo uso de agroquímicos está perjudicando y haciendo dependiente de fertilizantes al suelo y a los cultivos; si comienza a predominar la presencia de pooles con inversionistas ajenos al campo que fomentan sin preocupación más que la económica el monocultivo sin mucho ánimo de rotación o inclusión de ganadería; si cada vez hay menos productores y mas arrendadores; si todo es soja por la tendencia económica del mundo que promueve los biocombustibles en desmedro de otros cultivos que aportan alimentos; entonces es claro que así no podemos seguir.
¿Cómo puede ser que un país como argentina no tenga soberanía alimentaria? ¿Sabían que la mitad de las lentejas – integrante de la dieta básica nacional - se importa de Chile y México? ¿Cómo entender que criar conejos o aves es mal negocio? ¿Cómo se puede entender que el productor de ganadería tarde tres años en criar una vaca, y al venderla, le paguen $3 el Kilo mientras en la carnicería la compramos a $15? No podemos ser tan necios. Hay que comprender que un nuevo modelo agropecuario es posible, y eso inevitablemente viene a la par de algo mucho más complejo: un nuevo modelo de país.
En una entrevista realizada por Eduardo Aliverti en su programa “marca de radio” (al que todos pueden acceder por la web), el Presidente del INTI, Enrique Mario Martínez, expresó los conceptos más claros escuchados en todos estos días de gran quilombo que fundamentan esta postura. “O se potencian las economías regionales -dijo el entrevistado-, o se promueve la concentración total. Cada vez hay menos actores sustentables en la producción”.
En principio, Martínez se refiere a la generalidad con que es tratado el tema. A todos “todo da igual. Lo grande y lo pequeño (en el campo) todos creen que es lo mismo”. Del mismo modo “hay que distinguir el interés del hombre de las finanzas (fondos de inversión de pools de siembra) y el que esta viviendo en la tierra”.
Para Martínez hay que modificar la percepción de que la producción agropecuaria termina en la tranquera, sin intervención en el proceso productivo posterior. Hay que “forzar a los pequeños a que se integren a la cadena de valores”.
“Hay que integrar la cadena. Para que el ganadero pequeño pueda llevar su vaca a la carnicería. El carnicero compraría mas barato, y el ganadero ganaría más que ahora. Y porque no se hace (…) Porque el intermedio es concentrado. (…) Hoy hay 5 plantas que procesan la leche. Del tambo del pueblo va a la planta de Córdoba, y luego de ser procesada y envasada, sacando 1 litro por cada 0,25 lt de la leche original, es traída al mismo pueblo para comprar el sachet en la góndola”. Pero ¿qué pasa? Para el presidente del INTI existe una “alianza estratégica entre los grandes hipermercados y los grandes procesadores que sacan de la góndola al pequeño productor. Además, la provincia lo promueve quitándole ingresos brutos, y subsidios. Quitando al comercio minorista. (…) –otro ejemplo- Si yo produzco pollo, y necesito harina de soja. Y al lado hay alguien que produce soja. No tiene sentido que yo mande la soja 200 km, a la planta de aceite, y vuelva la harina. Hay que hacer plantas pequeñas. Y la harina la vende el productor al pollero. Y hacemos un acuerdo. Lo mismo con cerdo, carne, etc”.
La tendencia a la soja fruto de los precios internacionales y el no apoyo de las políticas económicas, también estuvo bajo la lupa de Martínez. Martínez defiende a “grupos como el CREA que están virando a defender la rotación para que esto no se convierta en un páramo, incorporando pastura, y vacas… para fertilizar el suelo”. Y cree fundamental, el tratamiento de la Ley de Arrendamiento, que entre otras cosas obliga a arrendar 5 años mínimo, y con un plan de rotación de trabajo. “El propietario lo repensaría. E incluiría un plan de trabajo con rotación de cultivo. Volvería a arrendar la gente de campo y no los inversionistas golondrina. La gente que viven en los pueblo, y en los campos”. En localidades como la nuestra, la presencia de los pooles de siembra aún no es notable, y por tanto, la rotación de cultivos con inclusión de ganadería (donde quedan vacas) existe y se mantiene; pero es importante entender que es una tendencia que a mediano plazo nos incluye. Que si las reglas del estado no son claras, el monocultivo llegará. Porque así lo marca la tendencia.
Otra propuesta interesante de Martínez es la unificación de productores, conformando cooperativas locales que permitan reducir los costos de insumos para toda producción rural: “Compensar fletes y reducir costos de insumos (herbicidas y fertilizantes) a través de importación masiva en cooperativas, con grandes acuerdos con los semilleros. Lamentablemente no hay semilleros nacionales. Todos son transnacionales”, reconoce.
En la entrevista con Aliverti, Martínez comentó la experiencia que el INTI está llevando adelante con 5 municipios del Gobierno de La Pampa. Se promovieron y realizaron 5 plantas pequeñas faenadoras de pollos. “Vas con dos jaulas, se limpian, y el productor se la lleva. Te la comes con tu familia o la vendes en el comercio minorista”, clarifica. En definitiva, hay que “meter a los de adentro y sacar a los de afuera”.
Recurro a otro testimonio valiosísimo y también abarcativo La opinión del querido Pino Solanas, tan oportuna como siempre: “Los cinco grandes países exportadores de granos, EE.UU. y la Comunidad económica Europea subsidian la exportación cerealera e intervienen en apoyo de sus productores; los otros dos países -Australia y Canadá- mantienen el monopolio estatal sobre el comercio exterior a través de mecanismos similares a nuestra antigua Junta Nacional de Granos. La crisis actual debe servir para replantear el conjunto del problema. ¿Cuál es la razón para ceder la renta y una política soberana e integral de sostén agrícola? No sólo para los productores de soja: ¿puede aceptarse que el productor de manzana o yerba mate reciba sólo el 10% del precio de venta? El desastre económico y social que significó la desaparición del 40% de los productores rurales que teníamos en los años setenta no puede aceptarse como irreversible. El otro tema grave que no puede soslayarse y parece ser el más temido, es la reforma agraria. De casi 500.000 productores pasamos a 300.000. Esas propiedades quedaron en manos de los bancos, grupos concentrados, terratenientes y sociedades anónimas. Hoy la mitad de la tierra pertenece a menos de 7000 propietarios y 40 millones de hectáreas pasaron a ser propiedad de extranjeros, incluso en áreas de frontera”.
Esta tendencia basada en la demanda mundial y por ende en el aumento de precios internacionales, y a la vez, en la ausencia de políticas claras y abarcativa, ha llevado a la producción agropecuaria a depender del fenómeno de la soja. La rentabilidad que todos vemos del campo es solo por la soja. Que lamentable para nuestro país. Es claro que esta tendencia (basada en el dictamen neoliberal) no puede convivir con una nueva tendencia agropecuaria nacional. El plan debe contemplarla, claro, como a todas las producciones requeridas en el mercado internacional que otorguen beneficios económicos al superávit nacional, pero no puede rendirse a sus pies como lo estamos haciendo ahora, mientras enajenamos maíz, trigo, girasol, leche, etc.
Si seguimos en esta vorágine, nos estaremos transformando “de productores de alimentos en proveedores de forrajes” para el mercado mundial. Falta alimento para la humanidad (incluido aquí muchos hermanos argentinos), y nosotros producimos nueva energía para los automóviles con el justificativo de la posibilidad comercial. O sea, esta tendencia absolutista no puede convivir con “el impulso a las economías regionales”, cuando estas fueron expulsadas por la misma soja.


LA MANIPULACION Y LA MESA
Y aquí la culpa no es del productor agropecuario (como están queriendo hacer ver a la sociedad de los centros urbanos), que se vuelca a la producción que más le convenga porque el campo es su trabajo. Y tampoco aunque es “el componente” es de la soja (su incentivo comenzó en el 96). La culpa es del Estado que deja hacer al mercado. Y es hora de comprender lo que el mercado trasnacional hace con lo nacional. Por eso el Estado debe regular los mercados, permitiendo precios bajos “para la mesa de los argentinos” (como dice Néstor) y exportación a precios internacionales para el sobrante exportable.
¿Es lo que está haciendo con la medida de las retenciones móviles el Estado? Absolutamente NO. El discurso de aumentar las retenciones a la soja para promover otras producciones es manipulación y desinformación pura. Si querés que haya más trigo para pan en la mesa de los argentinos, entonces fomenta la promoción del trigo. Y así con el maíz, la yerba y el pomelo, entre tantas otras producciones. Porque si en cambio, para que haya comida a bajo precio en la mesa de los argentinos lo que hacen es cerrar las exportaciones de trigo, entonces lo que logran es que nadie siembre trigo, entonces no habrá pan barato; y cierran las exportaciones de carne, entonces nadie atiende por tres años una vaca, entonces no habrá carne barata. Y se basan solo en captar la alta rentabilidad de la soja quitando a todos el mismo porcentaje, entonces lo que hacen es aniquilar directamente al pequeño productor.
Por lo demás, en esta vorágine de reformulaciones, posicionar al “campo”, ente homogéneo, como defensor de intereses golpistas y defensor de intereses foráneos, creo que no ayuda en lo más mínimo si lo que se piensa es en hacer resurgir y potenciar estas comunidades productivas hoy extintas.
Me da la sensación de que estamos en un momento de debate en donde nos confundimos y dejamos extasiar con una moneda que vuela por los aires de un país confuso, grandilocuente, enorme y heterogéneo. La moneda vuela y en plena elevación se mueve en vaivén trastocada por el aire caliente de aviones rasantes. Viaja con un impulso ensordecido mientras por lo bajo mas abajo el aliento de discusiones estériles le quitan el impulso. Vuela la moneda, no cae. Pero la naturaleza es implacable, exige regreso. Soplan en el regreso voces cascarrias. Y entonces cae y dictamina.

Pero el dictamen no es trascendente porque la moneda no es válida (soja/pueblos fantasmas). Hay que cambiar de moneda (otro modelo) o mejor, hay que dejar de ser expectantes del azar.

3 comentarios:

  1. Nuevamente, felicitaciones. Cuanta claridad. Pasados los primeros momentos de tanto enojo comparto y entiendo casi todo en este artìculo. Creo que a todos nos hizo mucho mal este conflicto pero creo que todos sabìamos tambièn que en algùn momento iba a haber un estallido (ya se vislumbraba que la polìtica agropecuaria no estaba acorde a la realidad que hoy vive el campo) lo que nunca imaginamos es que tendrìa tamaños alcances y tantas expresiones crueles por parte de muchas personas, que supongo sabràn reflexionar asi como muchos lo hemos hecho.
    Veo muchos cambios en la gente, ahora hay mucha divisiòn, pero se està gestando en la gente "campestre" una solidaridad que se encontraba dormida. Soy optimista en esto y voy a repetir algo que comente en el chat, soplan buenos aires en favor de todos, sòlo hay que tomar el camino indicado.
    "La Maceta" jej

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  2. Yo traigo la semilla

    Para que la semilla de la conciencia llegue a vos
    Dando vuelta la tierra en los surcos de la vida estoy
    Soy quien soy, cabeza de tractor
    Rodando firme, pasando todo por arriba
    Solo aplastando mas nunca olvidando
    Es la sangre del caudillo la que hoy mueve mi motor
    Maquinaria compleja, la cabeza tractoreando las inclemencias del tiempo estoy aguantando
    La sequía de hermandad no engendra mas que suplicios y aquí estamos otra vez, cuadrilla de hombres poco recomendables
    Dando vuelta la tierra, en los surcos de la vida
    Dando vuelta la tierra, de la carne
    Hombre y máquina sembrando gravillas al paredón de la propia vida
    Trabajo duro el que me espera,
    tierra esteril chorreando sudera
    En los surcos de la vida soy cabeza de tractor traigo la semilla, soy quien soy
    Cabeza de tractor

    Ricardo Iorio (El Dios del Metal Argentino)

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  3. "Pueblos de soja fantasmal" es un gran nombre para un western. Ya se mismo se lo robo jefazo.

    Mientras tanto, esperamos a Terminator, el nuevo transgénico estrella, un clavo más en la fosa de la agricultura sustentable

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